Nieve y mineral: San Enrique en el siglo XIX y XX
La Casona San Enrique se ubica en la comuna de Lo Barnechea, Santiago de Chile, en la Plaza San Enrique al final de la Avenida Las Condes.
Sus orígenes se remontan a la época en que formaba parte de la antigua Hacienda San José de la Sierra –posteriormente conocida como Hacienda Las Condes. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, la zona se convirtió en un epicentro minero: el empresario Enrique Concha y Toro instaló allí el Establecimiento San Enrique, una fundición de plata que dio nombre al villorrio y al entorno. A esta fundición llegaba el mineral en mulas desde la cordillera, tarea que más tarde facilitó un andarivel (teleférico de carga) construido por mandato del propio Concha y Toro. En esos años la plaza también era conocida como “Las Puertas”, porque desde allí se controlaba el acceso de personas y arrieros hacia los caminos precordilleranos.
Durante el siglo XX la casona atravesó numerosas transformaciones y cambios de uso. Inicialmente sirvió como casa patronal y puesto administrativo de la hacienda, controlando el paso cordillerano. Con el tiempo, sus funciones fueron muy diversas: llegó a ser Comisaría de Carabineros, luego un hogar u hospicio para niños de escasos recursos, más adelante se subdividió como vivienda colectiva e incluso funcionó un tiempo como cine de barrio para la comunidad. Algunas crónicas locales señalan además que albergó instalaciones de una universidad en algún momento del siglo XX. Esta multiplicidad de usos refleja la importancia de la casona como infraestructura central en el entonces apartado sector de Lo Barnechea.
A fines de la década de 1970, la casona enfrentó su momento más crítico: un proyecto inmobiliario privado pretendía demolerla para construir en su terreno tres bloques de edificios residenciales. La noticia de su posible destrucción conmocionó al vecindario, pues para entonces la casona ya era considerada parte del patrimonio histórico local. El arquitecto Sergio Grau Torm, residente de la zona, decidió intervenir para salvar la casona: en 1980 logró reunir los recursos y compró la propiedad, evitando así su demolición. Grau, proveniente de una familia dedicada a la construcción (Cementos Grau), reconocía el valor arquitectónico y simbólico del inmueble y se propuso restaurarlo respetuosamente.
A inicios de los años 1980, Grau lideró una restauración integral de la casona para recuperar su técnica original en adobe y demostrar su resistencia sísmica, ampliando además el edificio con nuevas alas y salones en armonía con el estilo colonial. Bajo su gestión nació el Centro Cultural Arrayán, con un teatro de 400 butacas y salas multiuso que dieron vida a una intensa programación artística y comunitaria. En este proceso también fueron clave Cármen Sánchez, quien impulsó la integración vecinal y actividades formativas, y Sergio Sauvalle, que fortaleció los vínculos con artistas y gestores culturales, consolidando a la Casona San Enrique como epicentro cultural y social de Lo Barnechea en los años 80.
Tras más de una década de intensa actividad cultural, Sergio Grau decidió retirarse del proyecto. En 1994 la propiedad pasó a manos de la Municipalidad de Lo Barnechea, que la adquirió (vía arriendo con opción de compra) para destinarla a edificio consistorial. Entre 1994 y 2016, aproximadamente, la casona sirvió como sede municipal: allí funcionaron las oficinas del alcalde y dependencias administrativas mientras la joven comuna desarrollaba su infraestructura institucional. El edificio albergó además la primera Corporación Cultural de Lo Barnechea, fundada en octubre de 1994 en una sala de la casona, con el fin de apoyar al municipio en artes, cultura y educación.
Con el crecimiento de la comuna, eventualmente el espacio resultó insuficiente. En 2016 el municipio trasladó sus oficinas a un nuevo edificio consistorial (Centro Cívico de Lo Barnechea en Av. El Rodeo), dejando la casona disponible para nuevos usos. Luego de algunos años de relativa inactividad, en 2020 el histórico inmueble fue reabierto al público bajo un nuevo proyecto que buscó darle un uso sustentable y acorde a su valor patrimonial.